Solo nos extendimos media hora más sobre
el horario previsto y esto ya es noticia. La nuestra no fue una de esas
jornadas en las que uno aprovecha para salir de la oficina y dormitar mientras
le echan un rollo. Fue una jornada llena de calidad. Calidad de trabajo y
productividad. Fue un subidón.
Comenzamos con los saludos
institucionales y a los primeros ponentes, Abelardo Rodríguez, coordinador
técnico de la Red, Fernando Garrido, director del Instituto de Acción Social de
Fundación Mapfre, y a Miguel Ángel, el técnico de empleo del Centro de
Rehabilitación Laboral de Mostoles, se les olvidó saludar a la Infanta Elena
que estaba sentada en primera fila.
Infanta Elena, disculpe, no estamos
acostumbrados al protocolo, pero le agradecemos que viniera escuchar que
nuestro trabajo es hacer efectivos tres derechos constitucionales: el derecho
al trabajo, a la Seguridad Social y la integración social.
Como Yolanda Sánchez-Urán,
catedrática de Derecho del Trabajo, nos explicó en la segunda mesa, “no se
trata de incidir en las dificultades”. Pero lo que estas jornadas han puesto en
evidencia es que el mayor obstáculo al que se enfrentan las personas con
enfermedad mental no es su falta de salud sino la escasa información de la
población general.
Cada uno de los cinco ponentes con
enfermedad mental nos hicieron su relato personal de cómo han salvado esta
barrera y se han puesto a trabajar: “Si no me hubieran dado la oportunidad no
hubiera podido hacerlo pero ahora he demostrado que trabajo igual o mejor que
los demás”. “Al no tener que ocultar mi problema me relaciono mejor”. “Cuando
empecé a trabajar me di cuenta que soy una persona como todas las demás y fue
entonces cuando empecé a aceptar mi enfermedad mental”. “Empresarios: contad
con nosotros somos capaces de trabajar y lo hacemos muy bien”.
Los responsables de recursos humanos y los gerentes de
pequeñas empresas, como Juan Miguel Calleja, director de la agencia de
publicidad JM360, nos explicaron como rompieron la barrera en sus compañías:
“Lo más importante es informar. A mí un técnico me convenció para que le
escuchara. Luego me contaron de una forma clara qué es una enfermedad mental.
Después conocí al candidato y, por último, le vi trabajar. Lo hicimos todo muy
normal. Le transmití la información a dos jefes de departamento por si se
aturullaba un poco, pero su nivel era muy bueno y no hizo falta ninguna ayuda
especial. Nos dejó a todos muy buen sabor de boca”.
Las jornadas supusieron un subidón pero ninguno de los
asistentes pudimos olvidar la recesión económica y la pérdida generalizada de
calidad de condiciones de trabajo. Tuvimos la suerte de escuchar como Cecilia
Bellido, gerente y responsable de recursos humanos en Laborplus, un centro especial
de empleo caracterizado por su buena gestión de trabajadores, explicaba sus
herramientas para enfrentarse a estos tiempos: “Nos aprietan con los
presupuestos pero tenemos claro que ofrecemos calidad y eso cuesta dinero”. Respecto a la relación
con los Centros de Rehabilitación Laboral conto que: “Colaboramos con los CRL
porque nos resulta productivo. Nos presentan trabajadores que no tienen
limitaciones para nuestro sector, el logístico y de manipulación. Se concentran
muy bien, van motivados. Son trabajadores que realizan un trabajo muy bueno y,
además, en el CRL, te informan y te apoyan mucho con los seguimientos
laborales. Tenemos el mismo objetivo: que la integración sea plena y el
trabajador saque lo mejor de sí mismo.”
Virginia, preparadora laboral del Centro de
Rehabilitación Laboral de Torrejón, apoyaba estos argumentos: “Todos queremos que
la persona se adapte de forma posible y plena”. Tanto la preparadora laboral,
como Rocío Núnez, gestora de relaciones humanas en Grupo Pascual, comentaron la
importancia de las adaptaciones. “Con nosotros trabaja una auxiliar
administrativo que tiene discapacidad por enfermedad mental. Hemos adaptado su
horario. Hace las mismas horas que los demás pero entra un poco más tarde y
hemos desglosado las tareas para facilitar su organización.” Este tipo de
adaptaciones son las que realizan también en la Universidad Juan Carlos I:
“Algunos de los alumnos que tienen discapacidad por enfermedad mental tienen
una formulación de preguntas distintas en los exámenes que sus compañeros”,
explica el profesor Ricardo Moreno, “los contenidos son los mismos, sólo cambia
la pregunta”.
Sobre estas adaptaciones añadiremos más información en
nuestro blog en breves semanas.
Muchas gracias a todos los ponentes y asistentes a las jornadas y al apoyo recibido por parte de la coordinación técnica de la Red Pública de Atención Social a personas con enfermedad mental grave y duradera de la SubDirección General de Atención a la Discapacidad y Enfermedad Mental y por las empresas y fundaciones gestoras de los Centros de Rehabilitación Laboral: AFAP, Asociación Psiquiatría y Vida, Fundación Buen Samaritano, Fundación Manantial, Grupo 5, Grupo Exter, Hermanas Hospitalarias, Intress, Fundación Salto y Walkredi.