Reproducimos textualmente un artículo publicado en el diario EL MUNDO el 30 de agosto sobre el crecimiento de los Centros Especiales de Empleo en los últimos años y el distinto origen de los mismos. Incluimos la fotografía que ilustra el artículo realizada en el CEE de la Fundación Juan XXIII. El artículo es fruto de una investigación realizada por el tres alumnas del Master de Investigación de el diario.
Los muros
blancos del recibidor del Centro
Especial de Empleo Roncalli no tienen nada de diferente a los
de una empresa corriente. Poco a poco salen y entran por las puertas personas
con discapacidad. Un hombre en silla de ruedas acompañado de su madre, una
chica con síndrome de Down, otra con discapacidad intelectual severa. Todos se
saludan entre sí, y a la recepcionista, que también tiene discapacidad, y se
apuran para no llegar tarde a sus puestos.
Cada uno
tiene su línea de actividad: unos empaquetan revistas para su envío, otros
transcriben documentación de las empresas y otros cocinan para servicios de
catering. Aquí la integración es su leitmotiv. Roncalli es uno de los Centros
Especiales de Empleo con tradición social que perduran tras la proliferación
vivida en los últimos años.
Sin
embargo, otros centros no lo tienen tan claro y la barrera que existe
entre el interés puramente social y el económico es una línea muy fina
y sencilla de cruzar. El mundo de la discapacidad no es la excepción y muestra
de ello es el auge progresivo de los Centros Especiales de Empleo (CEE).
Atraídos por factores económicos, algunos CEE se han desligado de su cara más
humanitaria dando paso a un monstruo empresarial.
De los
más de 182 millones de euros otorgados por el gobierno en
ayudas concedidas a la integración laboral de personas con discapacidad en
2014, más del 90% fue a parar a las arcas de los CEE, según datos
del Observatorio sobre la Discapacidad y Mercado de
Trabajo en España (ODISMET).
Cada CEE
recibe por parte de la Administración el 100% de la cuota empresarial de la
Seguridad Social de cada trabajador, el 50% del Salario Mínimo Interprofesional
por trabajador a jornada completa o su parte proporcional en jornada parcial y
12.000 euros por la conversión de un contrato temporal en indefinido.
"Los
CEE están surgiendo como champiñones. Cualquiera puede poner un centro especial
en marcha y el coste laboral de los trabajadores es mínimo porque la
Administración les subvenciona casi todo", confirma Ángel Pontones,
director general de la plataforma de empleo para personas con discapacidad, DisJob.
Los Centros Especiales de Empleo que
recibieron más dinero entre 2012 y 2015fueron:Snacks de Castilla León, con más de 200.000 euros recibidos;
Ibermail Ibergrupo CEE, ahora Roncalli, y Tasubinsa con más de 20.000 euros; e Ilunion BPO SA
así como Ilunion
Outsourcing conmás de 18.000
euros, según la base de datos obtenida para esta investigación por parte
del Servicio Público de Empleo Estatal (SEPE) y
que recoge los centros con operaciones en más de una Comunidad Autonoma. Sin
embargo, si nos atenemos a los datos agregados facilitados por la Confederación Nacional de Centros de Empleo (CONACEE),
que incluye también aquellos que operan sólo en una CCAA, observamos que el promedio puede superar los 290.000 euros
por centro como puede apreciarse en el gráfico anterior que
acompaña a esta información.
Los CEE son actualmente la principal fuente de
trabajo para las personas con discapacidad. De los 95.238 contratos
específicos para personas con discapacidad realizados en 2015, 68.613 fueron
hechos con un Centro Especial de Empleo. Un aumento de más de 40.000 contratos
desde 2006.
Los
papeles se han invertido. Hace una década las empresas ordinarias eran la
principal fuente de contratos específicos para personas con discapacidad. Hoy,
un 73% de las contrataciones se
realizan en un CEE, según datos del Servicio Público de Empleo Estatal
(SEPE).
Es una
cifra positiva teniendo en cuenta los problemas de desempleo en el colectivo de
personas con discapacidad, pero excluye a una parte importante del sector.
"En
los CEE hay personas con muy poco grado de discapacidad que podrían trabajar
perfectamente en la empresa ordinaria. Los que de verdad deberían estar ahí, es
decir aquellos con un grado superior a 65%, están fuera del mercado laboral. La
subvención te la dan igual, esto se ha convertido en ganar pasta", explica
Pontones.
CONDICIONES
PRECARIAS
A pesar
de las subvenciones, los CEE se caracterizan, en su mayoría, por mantener
condiciones precarias. "Una persona con discapacidad que ya parte con
problemas de inserción, encima tiene mayor rotación, salarios más bajos y
contratos temporales", dice Vanesa Rodríguez, investigadora de la Facultad
de Economía y Empresa de la Universidad de Oviedo.
De
acuerdo con un estudio
realizado por la docente, los CEE dan una remuneración menor que las
empresas ordinarias a los trabajadores con alguna discapacidad. El salario por día en una empresa ordinaria
es de 47 euros, mientras que en un CEE es de 36 euros.
Esta
diferencia salarial se debe, en parte, a la existencia del Convenio
Colectivo de Centros Especiales de Empleo, que a nivel estatal
regula las cláusulas laborales para las personas con discapacidad.
Esta
medida impulsada por el Comité
Español de Representantes de Personas Con Discapacidad (CERMI) ha
supuesto, a nivel salarial, un paso atrás en la equidad laboral del colectivo. A los trabajadores se les paga menos de
lo que cobrarían si estuvieran regidos por el convenio sectorial de la
actividad que realizan.
Para
Josefa García Lorente, abogada especializada en discapacidad y representante
del Consejo General de la Abogacía Española en el Foro Justicia y Discapacidad,
la implementación de salarios menores se debe a la falta de apreciación de las
posibilidades de un trabajador con discapacidad. "No existe una formación
empresarial ni social de ver que son personas tan rentables como cualquier
trabajador, pero que tienen que respetar sus derechos y limitaciones".
CENTRO
ESPECIAL DE EMPLEO, UN BENEFICIO PARA LAS EMPRESAS
A estas
precarias condiciones laborales, se suma el origen empresarial de nuevos
Centros Especiales de Empleo. Para algunas compañías ha quedado claro que tener
un CEE es un negocio rentable. Prueba de ello, es que han ido creando
sus propias empresas de este tipo con el fin de externalizar sus servicios, y beneficiarse
de las subvenciones de una forma más directa.
"Antes
los Centros Especiales estaban formados a partir de asociaciones de
discapacidad. Ahora una forma de alcanzar la cuota del 2% en los grupos
empresariales grandes, como Adecco o DKV, es creando sus propios CEE",
afirma Eduardo Díaz, director del Centro
Español de Documentación sobre Discapacidad (CEDD).
Ejemplo
de ello son empresas como Schindler
S.A., que realizó en 2012 un
contrato de servicios con su Centro Especial de Empleo, Schindler 24 S.L.,
por una suma de más de 4 millones de euros, según la misma base de datos
realizada por el SEPE y obtenida para esta investigación.
La
presencia de este tipo de centros también ha generado un conflicto para
aquellos que llevan más tiempo en el ecosistema de la discapacidad, y que
presumen de tener un objetivo más social.
"Hay
que distinguir entre un Centro Especial de Empleo formado de la nada, cuya
única misión es la integración de personas con discapacidad y otra serie de “empresas que se aprovechan de la Ley General
de Discapacidad para convertirlo en un negocio", afirma indignado
José Luis León Hernández, director general de Roncalli, CEE iniciado por la
Fundación Juan XXIII.
Sin
embargo, las buenas intenciones no bastan ni para los CEE con valores sociales.
"El reto de un Centro Especial es mantener el equilibrio de la integración
de las personas con discapacidad y a la vez su rentabilidad. Nosotros somos una
organización sin ánimo de lucro pero debemos ser autosuficientes y
abastecernos", explica el director del centro, que tiene una plantilla de
365 empleados, de los cuales 86%
son personas con discapacidad.
Una
práctica común de externalización de servicios a través de la creación de un
CEE propio, es con un call center o
centro de atención telefónica para el cliente, como es el caso de
empresas como Konecta
y Schindler.
"Una
aseguradora que crea un call center con personas con discapacidad lo que
hace es externalizar un servicio que prestan y abaratan costes", dice
Díaz, el director del Centro Español de Documentación sobre Discapacidad.
Schindler
defiende la creación de su propio CEE, un contact center, con la razón
de que así la empresa tiene
control total de los procesos gestionados en el centro especial de
empleo.
"Dado
que el proceso de Atención Telefónica es una actividad distinta a la de
fabricación, instalación y mantenimiento de ascensores, requiere un personal
especializado, con una importante inversión en infraestructura de
comunicaciones y servidores. Por ello, al estar previsto emplear a una gran
mayoría de personal con capacidades diferentes, Schindler decidió crear una
empresa independiente que constituyese un Centro Especial de Empleo",
responde Rosa Amat, portavoz de Schindler.
UN
SISTEMA EN DEBATE
La
discusión se centra en qué vale más: si el empleo que se le da a las personas con discapacidad, a pesar de la
baja calidad del mismo, o el
hecho de que a fin de cuentas se trata de un puesto de trabajo.
"Si
una empresa grande tiene un CEE y contrata a 2.500 personas con discapacidad,
lo que hace es coger de manera legal las subvenciones. No es muy ético, pero al final, hay 2.500 personas trabajando",
explica Luis Alonso Calzada, director gerente del CERMI.
Manuel
Amil, director gerente de Amilaxa
Servicios Generales, un Centro Especial de Empleo ubicado en
Galicia, tiene una postura más firme, pero reconoce que hasta ahora tampoco hay otra alternativa. "No creo en los
CEE, creo en la contratación normalizada. Para mÍ son un gueto, pero un gueto necesario, porque si no
existiesen, habría que inventar algún otro sistema para que las personas con
discapacidad tuvieran una oportunidad de trabajar".
Para
Díaz, "no es que la ley intente ser perversa, piensan que así quizá puedan
llegar a un mayor número de empresas que pongan CEE e integren a más personas
con discapacidad al mundo laboral, pero se generan todas las perversiones
posibles".
Tanto
Rodríguez como Díaz coinciden en que una
solución sería distinguir al momento de dar las subvenciones entre un
Centro Especial de Empleo con corte social y uno de raíces empresariales, y prohibir que el contrato sea con aquel de la
empresa matriz.
Autoras: Marina Sandoval, Clara Ocaranza y Ana Sánchez