lunes, 1 de junio de 2015

¿PRIMERO ENTRENAR Y LUEGO TRABAJAR O VIVEVERSA?


Si nos paramos un momento a pensar lo que supone el empleo para cualquier persona, podemos llegar a la conclusión de que nos genera múltiples beneficios: económicos, sociales, psicológicos, genera ingresos para el individuo, da sensación de estabilidad y nos permite dirigir nuestras vidas. También genera sentido de pertenencia, facilita nuestra identidad personal, potencia las relaciones interpersonales, nos mantiene activos, estructura nuestro tiempo y generamos riqueza para nuestro país…
Si pensamos en concreto en las personas con enfermedad mental, estas buscan con el empleo lo mismo que el resto de los ciudadanos, además dentro de una transición desde los entornos sanitarios hacia el empleo, considerando el trabajo la principal vía de integración social. Hay datos que confirman que entre el 60 y el 70% de las personas con enfermedad mental quieren tener un empleo remunerado, aunque cerca del 85% de ellos no lo consiguen.
Son muchos los factores que influyen en este hecho y que se han recogido en la literatura profesional sobre el tema:
-          La propia enfermedad.
-          Las repercusiones que la propia enfermedad tiene en la persona, en su historia personal, en determinadas condiciones necesarias para un futuro empleo…
-          Las propias barreras sociales desarrolladas a lo largo del tiempo en forma de estigma, el efecto poco motivador e incentivador de las prestaciones asistenciales, etc.
En los últimos 40 años (tampoco son innovaciones de última hornada) tanto en EEUU como en Europa se están desarrollando iniciativas que pretenden modificar las consideración social de las personas con enfermedad mental. Una de estas iniciativas es el “Empleo con Apoyo”. Para nosotros, los profesionales que atendemos desde los Centros de Rehabilitación Laboral se trata de una metodología que pretende facilitar no sólo el acceso de la persona a un puesto de trabajo, sino que se pueda mantener en el mismo en las mejores condiciones posibles. Sabemos no solo de su necesidad, sino de los excelentes resultados que nos depara en nuestro día a día.
Y es en este punto, al llegar al empleo con apoyo, donde en muchas ocasiones se nos plantean las dudas a los profesionales sobre la intervención adecuada con el candidato: ¿Primero entrenamos y luego colocamos? ¿Primero colocamos y luego entrenamos en  el puesto de trabajo? La primera se trata de una visión más clásica y conservadora de lo que entendemos por empleo con apoyo. Se trataría de trabajar con la persona aspectos claves y esenciales relativos a la inserción laboral detectados en un proceso de evaluación, y una vez que la persona ha logrado superar esos objetivos de intervención, favorecer la inserción laboral…
La segunda postura podría catalogarse como más novedosa e innovadora. En EEUU esta modalidad es denominada IPS (Individual Placement And Support), se traduce como “Apoyo y Ubicación Individual”, se caracteriza por tener el empleo ordinario como meta, búsqueda rápida de empleo, integración de recursos sanitarios de salud mental y rehabilitación, atención a las preferencias del propio usuario, continua valoración y apoyo sin límite temporal. Resultados de estudios puestos en marcha en Tenerife demuestran que se trata de un tipo de metodología de empleo con apoyo eficaz, en los cuales correlacionan de manera significativa empleos más duraderos y con mayor salario de las personas con las que se practica este tipo de metodología, y en los que no hay correlación destacada estadísticamente si lo que atendemos son variables como número de ingresos, descompensaciones o bajo autoconcepto de la persona.
Llega el momento en el que como profesional me planteo, junto con mi equipo de trabajo, la idoneidad de un solo tipo de empleo con apoyo, si debemos ser “puristas” en nuestro desempeño laboral y atender aquella metodología que la literatura dice que es muy efectiva. Creo que la atención a las personas ha de estar por encima de todo, y si bien puede que haya mejores datos objetivos si trabajamos de una manera  que de otra, el trabajar con personas hace también que tengamos que tener en consideración otros datos, los subjetivos de la propia persona con la que estamos trabajando.
En nuestra práctica diaria nos encontramos con casos en los que promocionarlo a empleo de manera rápida es lo necesario, y apoyarle en ese momento para favorecer el mantenimiento. En otras ocasiones, cuando la persona lleva mucho tiempo fuera del circuito laboral, puede que promocionarle a empleo de manera rápida pueda ser una opción exitosa, pero también el favorecerle pequeños éxitos que le permitan ganar en autoconfianza, pequeños pasos que le vayan ajustando expectativas, pequeños peldaños que le vayan haciendo cada vez más y más dueño de su propio proceso…. Porque al final el éxito se consigue cuando la propia persona con enfermedad mental es dueña de su propio proceso de rehabilitación laboral y hace suyos los logros.
Con todo esto no quiero posicionarme con respecto a un tipo u otro de metodología de empleo con apoyo. Creo que depende del momento, de la persona, y de sus propias necesidades. Hay caminos más largos, pero seguros. Otros son más cortos, pero efectivos. Todo depende del momento y de la persona, y debemos de saber de los beneficios de ambos de cara a la intervención más óptima con las personas con las que trabajamos, porque al final eso es lo que tenemos que tener más claro, que trabajamos con personas.
Miguel Angel Castro

Técnico de Empleo del CRL Móstoles

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